¡Oh mi Dios! No soy más que una pequeña semilla que Tú has sembrado en el suelo de tu amor y has hecho brotar por la mano de tu bondad . Por tanto, esta semilla anhela, en su más íntimo ser, las aguas de Tu merced y de la fuente viva de tu gracia. Haz descender sobre ella, desde el cielo de Tu amorosa bondad, aquello que le permita florecer bajo Tu sombra y en los confines de Tu corte. Tú eres quien riega los corazones de todos los que Te han reconocido, con Tu caudalosa corriente y con la fuente de Tus aguas vivas.l
¡Alabado sea Dios, Señor de los mundos!.
Bahá'u'lláh
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